sábado, 4 de abril de 2015

Prácticas consuetudinarias de la idiosincrasia extravagante

"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra."

(Jaime Gil de Biedma, No volveré a ser joven. 1968)


La vida es una puta mierda. Así, sin matices, y os voy a decir por qué. Nos la pasamos llenándola de expectativas, constantemente cambiantes, para asegurarnos que nunca lleguemos a tener una plenitud. Tiene una esencia bipolar que me pone de los nervios, si consigues lo que quieres te quedas sin aspiraciones, si las persigues, acabas agotado y si no llegas a ellas ya ni te cuento. Persigues cosas atadas a una cuerda de la que van tirando cada vez que te vas acercando. 
Ahora sí, lo peor de todo es que te quedes sin aspiraciones, como cuando acaba una serie y ponen el punto final. Sabes que no hay nada más allá y no puedes esperar más. Es ver al Coyote atrapando al Correcaminos. 
La bipolaridad también me trae de cabeza. Nos pasamos los años preocupándonos, labrándonos un futuro, un cuerpo y una mente. Estamos a dietas estrictas, estudiando como cabrones y con una cuenta de ahorro con expectativas que vaya creciendo. Y de repente piensas qué sentido tiene si te vas a morir, no vale la pena tomarse nada en serio. Así que decides vivir alegremente, disfrutando la vida, pero te das cuenta que para ser feliz a lo mejor tienes que ser un poco más delgado, un poco más listo y un poco más rico. Y entras en un círculo donde quieres todo eso, pero sin esforzarte, pudiendo también disfrutar de una vida vaporosa; te preguntas si todo consiste en un trabajo duro o un saber no tomarse en serio. Eso sí, la respuesta depende de lo delgado, listo y rico que seas en el momento que lo piensas.
Ahora bien, no siendo suficiente con responderte ciertas preguntas vitales, también tienes que encargarte que la gente sepa y perciba la maravillosa vida que tienes. Aunque bueno, con las redes sociales esta ingente tarea es más liviana. Solo tienes que mostrar tu vida a través de fotos con muchos filtros, filtrando toda la mierda que no quieres que se vea. Y de repente eres delgadísimo pesando 100 kg, una persona muy interesante colgando frases trascendentales de señores que no sabes ni quieres son y con mucho dinero gracias a colarte en hoteles de 5 estrellas para hacerte la foto. La vida digital se convierte en el Jardín de las Delicias, la real sigue siendo una puta mierda, pero con cada like se te olvida un poco. Así que de repente decides seguir jugando a aparentar, inventando un modus vivendi que sólo existe en código binario, ¡total!, siempre será mejor que la vida real donde tienes que conseguir las cosas y aunque te lo curres no tienes garantía de llegar a nada; y ¡ay de ti como llegues! Busca el amor incansablemente que cuando lo hayas encontrado ya te sentirás abrumado por la monotonía. Menudo regusto agridulce. 
Los fans de Paulo Coelho dicen "mi droga es la vida". Qué santa razón. Durante un rato se disfruta pero luego viene el bajón y el cargo de conciencia. La siguiente vez te lo piensas dos veces porque ya sabes lo que viene después. Así que eliges entre entregarte en cuerpo y alma sin pensar en las consecuencias o decides no volverla a probar más. El mundo está lleno de yonquis de la vida: la viven por encima de todos, esnifándola a base de pisotones, egoísmos y, curiosamente, trivialidades. Parece ser que para vivir la vida hay que destrozársela a los demás, supongo que así tocan a más parte estos licántropos de energía vital. En el lado opuesto están los abstemios, que no dan un solo paso por el miedo a la resaca del día siguiente. Los puedes ver colocaditos en sus asientos del metro, leyendo 50 Sombras de Grey y con el tupper de comida en la bolsa de Body Bell, esperando a que venga un licántropo y les chupe la poca vida que les queda. Qué más da, ellos tampoco la usan tanto. Han aprendido a conformarse; se resignan con lo que tienen viendo sus sueños no alcanzados como en un álbum de fotos que se abre los domingos por la tarde pero que se vuelve a cerrar porque el lunes hay que madrugar. O añoran las oportunidades perdidas, dejando pasar la vida para recordarse constantemente que no son lo que habían soñado.
Y este es el dulce retrato familiar de la estripe humana; en nuestros recorridos en bus de camino al trabajo andamos preocupados porque todo esto ya lo sabemos, pero nos aplacamos los pensamientos con una buena sesión de gimnasio o un buen atracón (según en la fase que estemos), vemos los Sálvames y vivimos a través de las Rosas Benitos. Pobres mujeres, todo lo que tienen encima.
Así, año tras año, vamos pasando la vida, queriendo unas veces unas cosas y otras algo diferente, simulando que la vida es algo uniforme que tiene una finalidad concreta e inmutable y que, además, la conocemos.
Por todas estas cosas la vida es una puta mierda. Nos consuela saber al menos que es divertida, que tus aspiraciones están ligadas a como hayas dormido esa noche o lo que hayas desayunado. El maravilloso reto de no saber que es lo que te espera ni por dentro ni por fuera.
Estamos como autenticas cabras pero al menos, de vez en cuando, alcanzamos a vislumbrar que la vida es una maravillosa puta mierda por mucho que no sepamos por donde cogerla.

LUNA DE MIEL EN EL CARIO. "TOMAR LA VIDA EN SERIO" [Revista musical]:


FANGORIA. "LA RAZÓN DE VIVIR" [Canción]:



ZAZIE. "JE VEUX" [Actuación]:


COCOROSIE. "FAIRY PARADISE" [Actuación]:








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